«Llamamos disciplinado a un individuo que es dueño de sí y que puede, por lo tanto, disponer de sí mismo cuando sea preciso seguir una línea de conducta…»
María Montessori
La disciplina significa instruir a una persona o animal a tener un determinado código de conducta u orden. En el campo de desarrollo del niño, la disciplina se refiere a los métodos de formación del carácter y de la enseñanza de auto control y de un comportamiento aceptable.
Sin embargo, por lo general el término «disciplina» tiene una connotación negativa. Esto se debe a la necesidad de mantener el orden; es decir, que las instrucciones de garantizarlo se lleven a cabo. El orden es a menudo regulado a través del castigo.
La disciplina positiva requiere que te replantees básicamente todo lo que siempre has conocido sobre crianza hasta ahora, especialmente si es la primera vez que escuchas sobre este tema. Pero es un replanteamiento que vale la pena con vistas a mejorar la relación con nuestros hijos y lograr una crianza respetuosa.
Hoy les traigo estas 10 estrategias o conductas que puedes practicar para prevenir estos clásicos desbordes emocionales que desencadenan las batallas que los padres tenemos con nuestros hijos.
1. Modelar la conducta que deseas que tu hijo siga en relación con las demás personas.
Todo el mundo sabe que los niños harán lo que tú hagas y no lo que les digas que haga, entonces si te ven actuar de manera respetuosa al hablar, al interactuar con las demás personas, dentro y fuera de casa, se verán motivados a imitar esas acciones y así será como interactuarán con el resto de las personas también.
Ejemplo: Aunque constantemente estés recordándole a tu hijo decir «permiso» cuando alguien está en su camino, si a ti te sucede y lo que dices es «muévete», ellos no van a pedir permiso, ni ser agradables en esa situación, solo van a decir «muévete», porque es lo que te ven hacer.
2. Tener rutinas
Los niños pequeños tienen un innato sentido del orden. Saber lo que va a pasar desde que se levantan hasta que van a la cama, es clave para evitar algunos confrontamientos. Se trata de una rutina a seguir durante todo el día.
Ejemplo: Sabe que al levantarse se viste y peina, desayuna, se cepilla los dientes y sale a jugar fuera, luego aseo, almuerzo, tiempo de juego tranquilo, una siesta en la tarde, dependiendo de la edad que tenga, seguido de más tiempo de juego, luego comida, baño, hora de dormir. Así les es fácil predecir qué va a pasar en cada momento de su día.
3. Redirigir su atención
El cerebro del niño no está completamente capacitado para utilizar la lógica hasta tener, al menos, 6 años de edad. Entonces es bueno tener esto en mente para tratar de redirigir a tu hijo de una actividad que puede resultar insegura para ellos, o simplemente algo que no quieres que haga en ese momento, hacia algo más que les pueda interesar en ese momento. Esto es más efectivo que decirles directamente «no».
Ejemplo: Si está lanzando algo por la casa, en lugar de decirle «no» y gritarle por ello, puedes tratar de redirigir su atención diciendo «mmm, al parecer tienes muchos deseos de estar lanzando cosas, pero esos carros no deben estar tirados por la casa, ¿por qué no tomamos esta pelota y vamos a lanzarla afuera?». No siempre podrás interrumpir lo que estés haciendo para salir a jugar, pero igual podrías ofrecerle la alternativa de lanzar algo blando dentro de la casa, por ejemplo, un peluche.
4. Decirle «qué hacer» en lugar de «qué no hacer».
No solo los niños responden emocionalmente mejor cuando se les dice qué hacer, en lugar de qué no hacer, sino que es más sencillo, cuando son pequeños, saber qué tienen que hacer, en lugar de tener que ponerse a pensar en qué es lo que está haciendo mal y luego darse cuenta por sí mismo de qué es lo que se supone que tienen que hacer.
Ejemplo: En lugar de decir «deja de correr dentro de la casa», puedes decir «por favor, camina cuando estés dentro de la casa». O si está gritando muy fuerte, en lugar de decir «no grites más», puedes decirle «por favor, habla más bajo».
5. Decir «sí» tanto como puedas.
Escoge tus batallas. Cada vez que pienses en decir «no» piensa primero: ¿por qué no?. Lo mejor es que te hagas una pregunta interna: ¿con su actitud el niño está siendo irrespetuoso o irresponsable consigo mismo, con los demás o con su entorno?
Ejemplo: Vas a salir a la calle y el niño decide que no quiere ponerse el abrigo. En lugar de ponérselo a la fuerza, puedes sencillamente salir sin el abrigo y cuando llegues a la calle preguntarle «¡Vaya, hace mucho frío! ¿Tienes frío?» Seguramente responderá que sí. «¿Quieres ponerte el abrigo para estar más caliente?» ¿Y si responde que no? Quizás realmente no tenga frío, o quizás cuando de unos pasos él mismo te pida el abrigo.
6. Evitar el elogio constante.
No quieres convertir a tu hijo en un adicto a los elogios. El elogio no necesario es el que damos a los niños por las cosas normales por las que las personas, normalmente, no serían elogiadas. Por ejemplo, si recoge sus juguetes y los pone en su lugar sin que tú lo mandes, no necesitas ir y decirle «¡buen trabajo! ¡no puedo creer que guardaste los juguetes tú solito! ¡qué bien!».
Si tu hijo está trabajando, por ejemplo, con un rompecabezas y une dos piezas, no necesitas estar revoloteando a su alrededor para decirle «¡buen trabajo! ¡no puedo creer que hayas unido esas piezas tú solito!». Esto no solo puede resultar molesto para el niño. También crea una cierta expectativa de que siempre recibirá elogios por todo lo que haga durante el día. En cuanto dejen de recibir los elogios, dejarán de hacerlo.
Si sientes que realmente debes comentar algo, puedes probar dos cosas:
- Hacer como narrador deportivo y solo describir lo que lo viste hacer
- Si hace algo bien, bastaría con un simple «gracias»
Ejemplo: Si está dibujando, en lugar de decir «¡wow, qué hermoso dibujo!», puedes decir «Oh, veo que dibujaste un círculo morado», de esta manera el niño sabe que estás atenta a su trabajo. Para el caso de que el niño haya hecho algo bien, por ejemplo, recoger sus juguetes, puedes decir un simple «gracias», de esta manera le dejas saber al niño que aprecias lo que hizo y que agradeces su esfuerzo.
7. Dar información, no órdenes.
Estamos acostumbrados a darle órdenes a nuestros hijos («limpia eso, ¡ahora mismo!»). Pero esa no es una buena manera de hacer que los niños cooperen. Si te pusieras en sus zapatos por un minuto y te imaginaras cómo te sentirías si tu jefe te diera constantemente órdenes de esa manera. Probablemente estarías resentida muy rápidamente.
Ejemplo: Si estás limpiando la habitación con tu hijo puedes decir «mmm, veo unos juguetes aquí en el piso», de seguro el niño pensará «mmm, ese juguete va allí en aquel cajón», lo recogerá y lo pondrá en su lugar. Y si eso no funciona en ese momento, debes asegurarte de modelar esa conducta para ellos y recoger tú el juguete.
8. Ofrecer dos opciones con las que tú estés de acuerdo.
Ejemplo: Al escoger su ropa en las mañanas, en lugar de dejar a su alcance toda la ropa, arriesgándote a que escoja algo que no te conviene, puedes ofrecer dos opciones para escoger: «¿quieres ponerte la camisa azul o la roja?» «¿quieres ponerte las sandalias o las zapatillas?».
9. Pedir su ayuda.
Ejemplo: Si el niño no quiere salir de la casa, en lugar de decirle «ok, hora de montarse en el auto», puedes decirle «oye, ¿puedes llevarme las llaves hasta el auto?» Y la inclinación natural de los niños pequeños es a ayudar, así que seguro tomarán tu oferta.
10. Avisar con tiempo cuando van a cambiar de actividad.
De la misma manera en que no te gustaría que te interrumpieran mientras estás trabajando para pedirte que lo dejes a medias y vayas a hacer algo más, a los niños les molesta que los interrumpas en medio de su juego. «El juego es el trabajo del niño«.
Entonces lo mejor que puedes hacer es avisarles con tiempo: «amor, dentro de 5 minutos vamos a regresar a casa, ¿quieres montarte en la canal o en el columpio antes de irnos?». De esta manera no lo tomarás por sorpresa. Esto no es solamente para evitar una batalla con el niño, es una cuestión de simple respeto hacia él.